Parte de mi trabajo es estar conectada siempre al Facebook, Twitter y páginas de noticias. En estos suelo encontrar notas curiosas o videos interesantes que publico en el medio en el que trabajo. Sin embargo, esta vez he decidido colgar este spot de Coca-Cola aquí.
Dentro del flujo de mi muro en Facebook, vi que una amiga había compartido este video publicado por Pekengpedia. La descripción que esta web hace de este material es típica y descriptiva. Habla sobre cómo Coca Cola decidió llevar felicidad a unos trabajadores en los Emiratos Árabes Unidos. Hasta ahí, la noticia no tiene nada de sorprendente. Sin embargo, sí lo es.
Resulta que cientos de trabajadores migrantes del sur asiático llegan diariamente a Dubai buscando un mejor futuro para sus familias. Ellos ganan 6 dólares al día, pero comunicarse con sus esposas e hijos les cuesta casi un dólares, razón por la cual no logran tener el contacto que ellos quisieran con sus seres queridos.
Todo esto se supo gracias a un documental llamado "Shadows", producido por por los estudiantes de último año de especialización TV de Departamento de Medios y Comunicación, Universidad Manipal de Dubai.
Al parecer, al conocer estas historias, los marketeros de Coca Cola decidieron armar un teléfono que funcionara con chapitas de esta gaseosa, lo colocaron en las zonas donde estos trabajadores viven y les alegraron la vida no solo a ellos sino a sus familiares. Sea cual sea la intención de este BTL, es interesante ver como pequeñas ideas pueden cambiarle la vida a las personas y, por supuesto, es una excusa para conocer un documental que nos muestra una realidad lejana para muchos.
Hay historias que nacen porque se decide luchar a favor o en contra de algo, ídolos que nacen porque eligieron que querían conseguir una meta, pero hay otros que nacen sin siquiera quererlo.
Kathrine Switzer, una estadounidense que hizo historia a los 19 años sin
proponérselo. ¿Cómo? Siendo la primera mujer que corrió la
Maratón de Bostón en 1967, cuando era considerado un deporte solo
para hombres. Pero no te adelantes, ella no lo hizo porque quiso
demostrar algo, solo lo hizo porque ella quería correr su primera
maratón y punto. Esta es su historia, la cual he recogido de su página oficial.
Todo
comenzó en diciembre de 1996 mientras Kathrine entrenaba con Arnie
Briggs –su entonces coach de 50 años que había corrido 15 veces
la Maratón de Bostón-. En ese entonces, ella era una chica de 19
años, estudiante de periodismo en la Universidad de Syracuse en
Nueva York. En esa época no existían los equipos de corredoras
mujeres, así que practicaba extraoficialmente con el equipo de
cross-country de hombres.
Mientras
entrenaban, Arnie solía contarle historias a Kathrine sobre Boston.
Entonces, en un momento, ella decidió que quería dejar de escuchar
las historias y correr ella misma esa competencia.
"Ninguna
mujer puede correr el maratón de Boston", respondió Arnie.
¡Pero ella ya llevaba corriendo 16 kilómetros en la noche! ¿Por
qué no podría correr la maratón? La distancia era muy larga para
las mujeres, pero ella le recordó que Roberta Gibb había saltado
dentro de la maratón –sin número ni inscripción- y había
terminado el recorrido.
Frente
a esta respuesta Arnie respondió que ninguna mujer había logrado
correr la maratón, pero que si existía una que pudiera hacerlo
sería ella, pero antes tenía que probarlo.
Si
lograba correr la distancia en el entrenamiento, entonces el mismo
Arnie la llevaría. Así, el sueño dejó de ser solo una alucinación
y comenzó a ser una realidad. De pronto, tres semanas después ya
estaba corriendo 50 kilómetros. Arnie aceptó llevarla a Boston,
pero antes debía inscribirse, no querían tener ningún problema con
la Unión Atlética Amateur.
Revisaron
el reglamento, completaron el formulario, pagaron 3 dólares en
efectivo y ella firmó como siempre lo hacía –y hace- “KV
Switzer".
La
Maratón de Boston se realizó el miércoles 19 de abril de 1967 como
parte de la celebración del Día de los Patriotas en Massachusetts.
Ella,
Arnie, su novio universitario Tom y John Leonard –miembro del
equipo de cross-country de hombres- se embarcaron el día anterior
rumbo a Boston. Hasta este momento Kathrine no tenía idea que iba a
marcar historia, solo se encontraba emocionada por la importancia de
la Maratón y porque al fin correría su primera carrera.
A
las 9 de la mañana del miércoles, todos se levantaron y comieron
como reyes. Arnie había dado la indicación de que necesitarían
mucho combustible para resistir los 50 kilómetros de la competencia.
Luego regresaron a las habitaciones para alistarse. El evento
comenzaría al medio día.
Llegaron
a Hopkinton High School. Había nevado. Arnie entró donde estaban
los organizadores y salió con los dorsales que tenían un número
para cada uno. Se los colocaron. Alzaron la mirada y vieron sus
nombres en las listas de salida. Ella tenía el número 261. Ese año
participaron 741 corredores.
Empezaron
a calentar. Los corredores pasaban por su costado y los miraban. Uno
de ellos regresó y le preguntó:
"¡Hey!
¿Vas a ir todo el camino? Dios, ¡que es genial ver a una chica
aquí! ¿Me puedes dar algunos consejos para que mi esposa también
corra? A ella le gusta correr, pero si logro convencerla para que lo
haga en la maratón ¡sería genial!”
Llegaron
al punto de partida. Había una multitud de corredores. A su
alrededor los hombres estaban contentos de tener a una mujer
participando. Ella trató de pasar desapercibida.
De
pronto la hora había llegado. Después de meses de entrenamiento
estaban a punto de comenzar.
Normalmente
los primeros kilómetros de una carrera así son divertidos. Todo es
sencillo. El ruido de la multitud es emocionante, todos conversan y
son amables. Al fin de cuentas, ese es el momento para disfrutarlo,
luego el camino siempre se vuelve más duro.
Luego
de tan solo 6 kilómetros, se escucharon bocinas y alguien gritando:
“¡corredores, muévanse a la derecha!”. Era el autobús de
prensa. En la parte posterior los camarógrafos se peleaban para
obtener la mejor toma. De repente, el camión se colocó justo frente
a ellos –Kathrine, Arnie, Tom y John-. Los fotógrafos estaban muy
emocionados por ver a una mujer en la carrera.
Hasta
ese momento todo había sido perfecto. Pero, de pronto, un hombre con
abrigo y sombrero de fieltro pasó junto a ellos señalándola. Ella
no logró descifrar qué quiso decir, así que estiró la mano para
saludar y este la sujeto. Su equipo tuvo que tirar de él para que la
soltara.
Poco
después escuchó el chirrido de zapatos de cuero acercarse
rápidamente detrás de ella. Era un sonido extraño y alarmante.
Volteó y vio a un hombre grande, que la sujetó del hombro y tiró
para atrás gritando: “¡Fuera de mi carrera y me dame esos
números!". El hombre trató de quitarle el dorsal a la fuerza.
Entonces apareció Arnie. “¡Déjala en paz, Jock! ¡Yo la he
entrenado, ella está bien, déjala en paz!", a lo que el hombre
respondió gritando: “¡No te metas en esto, Arnie!”, y lo
empujó.
Las
cámaras captaron todo el forcejeo. Entonces Tom, que portaba la
sudadera naranja de Syracuse, lo golpeó. El hombre cayó en el
asfalto como una bolsa de ropa sucia. Se escucharon gritos y
maldiciones.Todo estaba fuera de control.
En
esos momentos ella sentía miedo, humillación y rabia. Y, como si
fuera poco, los periodistas no dejaban de acosarla y Tom, con lo
furioso que estaba, le echó la culpa de lo sucedido y aceleró el
paso.
De
pronto, sin darse cuenta, ya se encontraban a mitad del camino. En
ese momento Arnie dijo: “comenzó la carrera”. La mente de
Kathrine comenzó a perderse en sus pensamientos al recordar lo
sucedido, al darse cuenta que no la habían tomado en serio.
Con
ampollas en los arcos de los pies a punto de estallar y, consciente
del dolor que eso implicaría, preguntó: “Arnie, ¿cuándo
llegamos a Heartbreak Hill?". Arnie miró asombrado y respondió:
“¡Ya lo hemos pasado hace mucho tiempo!”.
Arnie
estaba sonriendo y sacudiendo la cabeza. "¡Tienes que ser la
única persona que no sabe que pasó por encima de Heartbreak Hill!",
le dijo.
Al
llegar a la avenida Commonwealth en Beacon Street , alguien desde
afuera gritó: "¡Solo falta 1 kilómetro y medio!”. Cuando
Arnie corría, el final era siempre en Exeter Street, por lo que les
dijo que no hicieran caso, que aún faltaban 5 kilómetros. Sin
embargo, al llegar a la esquina de Boylston, pendiente abajo, estaba
dibujada la línea de meta. ¡Habían terminado! ¡Habían llegado
juntos a la meta, sin caminar un solo segundo! ¡Lo habían logrado!
Kathrine,
Arnie y John se demoraron 4 horas y 20 minutos en llegar a la meta
ese día.
De
regreso a casa entraron a una cafetería. Había un hombre leyendo el
periódico. Kathrine se abalanzó sobre él y le pidió el periódico
prestado. Él se lo regaló. ¡No podían creerlo! Página tras
página, todo era sobre una chica corriendo, siendo atacada, salvada
por el novio, desaliñada pero feliz con los calcetines
ensangrentados al final de la carrera.
Los
chicos estaban en el cielo, para ellos esta sería una anécdota
digna de contar. Pero para ella, para ella era mucho más. Sabía que
sin proponérselo había logrado algo grande, había logrado que se
tomara en serio a las mujeres en las maratones.
Desde
entonces ha corrido 8 veces la Maratón de Boston, 4 veces la Maratón
de Nueva York –la cual ganó en una ocasión, convirtiéndose en la
única mujer en ganar esa competencia hasta ahora- y es la tercera
mujer más rápida en Estados Unidos y la sexta en el mundo.
El
Día de los Patriotas conmomera a los jóvenes que lucharon contra
los británicos en la primera batalla de la Revolución Americana.
La
Maratón de Boston se fundó en 1897, cuando los atletas que
compitieron en los Juegos Olímpicos de Atenas regresaron de Grecia
con la información sobre un nuevo evento, nunca antes visto, la
maratón.