Hoy es de esos días en los que analizo mi vida y cuestiono cada una de mis decisiones. Tal vez es la crisis de los 25 años -ese limbo que produce inestabilidad al saber que ya no eres una jovencita, pero que tampoco eres un adulto completamente-, tal vez sea que realmente me equivoqué en el camino.
Hasta hace un año sentía que mis metas se estaban cumpliendo, que había logrado todo lo que me había propuesto y que estaba enrumbada a un triunfo profesional inevitable. Hoy no estoy segura de eso, no estoy segura de nada en realidad.
La primera vez que trabajé y gané mi propio dinero fue a los 16 años. Recién había salido del colegio y decidí que era tiempo de tener mi propio dinero. Decidí enseñar francés particularmente a las niñas de mi colegio. La verdad es que fue una experiencia muy buena y gané suficiente dinero como para sentirme productiva a esa edad.
Posteriormente, una vez que entré a la universidad, trabajé apoyando al área de Marketing en eventos para los colegiales que iban en busca de información. Fue un buen trabajo, no solo porque los horarios los manejaba yo y podía ganar dinero y estudiar sin estresarme a la vez, sino porque conocí gente demasiado genial con la que aprendí sobre la vida, algo que para mí es más importante que cualquier cosa.
De pronto, sin darme cuenta, estaba en 5to ciclo haciendo mis primeras prácticas en el Grupo RPP. Esta fue una de las experiencias más raras de mi vida. Fue una época que me marcó mucho y que, personalmente, ayudó mucho en mi desarrollo profesional. Si bien en este trabajo mi reto era solo escirbir titulares para Radio Felicidad, aprendí a ver el mundo periodístico desde el interior. Me di cuenta que es muy interesante y el trabajo muy variado, pero que también hay gente que muchas veces te va a querer herir y sacar los ojos para que nunca crezcas. ¡Eso de una jovencita con todas las ganas de aprender y conocimientos frescos suele asustar a algunos obtusos de mente!
Posteriormente tuve la suerte de que pidieran el CV para Somos. He aquí mi primer error de vida. En ese momento yo estaba postulando -y pasando pruebas- para las chicas del tráfico en RPP. Mi cerebro de inexperta, por alguna razón, decidió no enviar el CV en ese momento. No conseguí el trabajo en RPP y desperdicié una gran oportunidad en Somos. ¡Vaya para inteligente yo! Esta es la primera decisión que cuestiono. Cuando recuerdo este episodio quiero pensar que fue así porque tenía que pasar así; pero luego pienso más y me digo a mí misma: "Qué tonta fuiste, ahora estarías trabajando en esa revista y serías estable económicamente, quién sabe, serías feliz profesionalmente".
Al poco tiempo logré ingresar a unas prácticas de 3 meses en el Grupo La República. Esta fue una experiencia INCREÍBLE, ya que por primera vez publiqué artículos y, gracias a mi editor, en algunos casos firmé. La experiencia terminó tan rápido como llegó, pero fue por algo mejor.
Inmediatamente después conseguí prácticas en la revista Fausto del grupo El Comercio. No he vuelto a ser tan feliz en un trabajo como lo fui en Fausto. Junto con Mario Ghibellini, el editor de la revista, vimos a Fausto nacer. Por primera vez sentí lo que es tener un hijo -periodísticamente hablando-. Fue un año maravilloso donde aprendí, reí, ayudé en producciones fotográficas, lloré, me amanecí, dormí en micros casi todo el día y conocí gente extraordinaria. Este fue el mejor equipo de trabajo que he tenido hasta ahora. Un equipo realmente unido; donde diseño y redacción eramos uno, donde nos apoyábamos y nos contábamos confidencias. Estuve todo el tiempo que pudieron mantenerme en el puesto de practicante en redacción: un año entero al compás de Fausto, pensando en Fausto y soñando con Fausto. Después tuve algunas colaboraciones con la revista hasta que esta cerró. Cuando me enteré me sentí triste, mi hijo había muerto.
Y aquí comienza mi história de nómade. Luego de una maravillosa época en Fausto y de llevarme recuerdos estupendos me convertí en freelo. ¡Vaya hora en la que me convertí en freelo! Aquí publiqué en Fausto, hice freelos de fotografía de eventos, escribí algunos artículos para Beach Bag y todo lo que caía en mis manos para tener dinero. Estaba ya en mi último año de carrera y decidí no trabajar para poder terminar bien los estudios. He aquí mi SEGUNDA decisión cuestionable. ¿Por qué decidí hacer esto? NO TENGO LA MENOR IDEA.
De pronto, sin darme cuenta, me había graduado. Ya era bachiller en Comunicación y Periodismo y me encontraba SIN CHAMBA. Gran error el mio no trabajar el último año. Si lo hubiera hecho habría salido de la universidad con trabajo, lista para seguir unos meses más con recibos o como practicante para pasar a planilla tranquila. ¡Pero no! Entonces, dos meses después encontré trabajo como redactora principal en la campaña política de Rafael Belaúnde y fui, después de unas semanas, su co presentadora en el programa de campaña en canal 11.
A penas terminó la campaña me fui a Buenos Aires. Viví allá 3 hermosos meses. Hice un Programa Ejecutivo en Dirección de Entretenimiento y Medios en la Universidad de Palermo. Fue una experiencia de aquellas que te hacen crecer como persona y ver el mundo diferente. Conocí un grupo muy lindo de personas, tanto dentro del estudio (Mauri, Vero, Pamela, El Mago, Gaby y Paula) como fuera de él (Manu, Agos, Fede y Vero). Caminé, tomé fotos, me divertí, conocí Uruguay -un viaje alucinante-, tomé fernet, compré mucha ropa y aprendí a ver la ciudad no como una turista sino como una citadina -claro hasta cierto punto-.
Terminados mis estudios me regresé a Perú con la mente fresca y los sueños a flor de piel. Comencé a editar una revista que, lamentablemente, no resultó ni fue publicada, pero que me enseñó mucho. Estuve como freelo unos meses más y ya comenzaba a desesperarme. De pronto, porque las cosas pasan así sin previo aviso, entré a una agencia de publicidad (donde trabajo actualmente) como redactora creativa. Comencé a experimentar un nuevo rubro de las comunicaciones que jamás pensé explorar. Debo aceptar que me pareció (y me parece) interesante y retador. Sin embargo, mis ansias por hacer periodismo siguen aquí, en mis entrañas buscando una oportuniadd para ser alguien en mi carrera.
Y es un día como hoy que me pregunto ¿qué hice mal? ¿Qué decisión marcó mi destino para ser redactora creativa ahora y no una periodista? ¿En qué momento me desvié de mi camino? ¿En qué momento me rendí y me acomodé en esta silla frente a esta MAC? Y mientras más me lo pregunto, más ganas de hacer periodismo me dan. Y mientras más lo pienso, más cuestiono mis decisiones y mis metas.
Yo sé que no nací para ser mediocre, yo sé que nací para ser periodista. Sé que me encanta la fotografía y amaría trabajar en eso el resto de mi vida. Sé que amo redactar y ver todos los días cosas nuevas ¿En qué momento pasó? La verdad es que estoy preocupada. Tengo 25 años y siento que se me va el tiempo para lograr lo que quiero. Estoy en un trabajo interesante pero no en lo mío. Estoy atrasando mi tesis, mi maestría, mi desarrollo como periodista.
La conclusión: necesito hacer periodismo. El problema: no consigo nada en este rubro. Tal vez es porque soy exigente conmigo misma y considero que no debo aceptar cualquier cosa solo por aceptar. Tal vez porque sé que mi portunidad está ahí, esperando por mí. Tal vez ya dejé pasar las oportunidades claves en mi vida para ser una periodista reconocida. Lo pienso y me da tristeza, me frustro y me molesto conmigo misma.
Sé que esto no tiene nada que ver con lo que he escrito antes en este blog, sé que es una experiencia personal que nadie querrá leer, pero es una aventura de un periodista que aún no lográ serlo. ¿Quizá pronto lo seré? Yo misma me respondo: sí, quizá.